Clima.
Muchos la identifican como la Isla de la eterna primavera y tienen razón a la hora de emitir ese calificativo porque Santa Cruz de Tenerife posee un envidiable clima alejado de los extremos porque las temperaturas medias oscilan entre los 17 y 18 grados durante el acogedor invierno hasta los 28 ó 30 del verano.
Agrada comentar que en todo momento del año las temperaturas del agua en las costas resultan agradables al bañista en cualquiera de las múltiples y atractivas playas que adornan el entorno tinerfeño.
Esta formidable situación climática es posible debido a múltiples factores que convergen como los vientos dominantes - los alisios – así como la propia orografía y la corriente marina fría de Canarias.
El visitante puede llegar en diciembre o mayo, es decir, en el momento que mejor le convenga a sus intereses personales porque aquí no existen temporadas de frío intenso ni de calor asfixiante.
A todo esto se adiciona que en Tenerife hay una enorme variedad paisajística lo que posibilita que cuente igualmente con una multitud de microclimas devenidos uno de los atractivos que atrapan y sorprenden a los millones de turistas que cada año buscan su refugio por estos lugares.
El clima ofrece contrastes que pueden resultar inolvidables y el principal de todos tiene lugar durante algunos de los meses invernales cuando las playas mantienen vigente todo su imán y los bañistas disfrutan de lo lindo, al mismo tiempo, en cualquier punto del litoral puede contemplarse en lo alto, a muy pocos kilómetros en línea recta, la silueta blanca, completamente nevada de la cima del Teide.
Santa Cruz de Tenerife es una ciudad que posee un clima habitualmente cálido, pero durante la temporada invernal si viaja desde la capital hasta el centro de La Laguna, entonces se sugiera que llevar alguna ropa de abrigo, porque en apenas una decena de kilómetros puede bajar considerablemente la temperatura e, incluso, encontrarse con frecuentes lluvias.
Otra cuestión de interés es que durante el año se cuentan más horas de Sol en el Sur y más humedad y pluviosidad en el Norte, hecho que posibilita las diferencias de paisajes y tonalidades en un clima de notables contrastes.